José y Antonio pudieron pasar hasta Mencué (una de las más lejanas
comunidades, 285 km desde la sede parroquial, muy castigada por las
inundaciones de la semana pasada), llevar algo de ayuda y celebrar allí con la
comunidad la fiesta de Ramos. El relato de José es vivo y bien acompañado de
fotos. Esta semana irán Carlos a Cerro Policía -donde no pudimos entrar la semana pasada- y Naupa Huen, Vicente al Cuy y el Padre Guillermo a Aguada Guzmán junto con los oftalmólogos. Una manera de estar y sentir cerca a nuestros hermanos de la castigada
meseta patagónica del centro-oeste de Río Negro.
Querida
comunidad:
Escribo
estas lineas por la necesidad de compartir con todos ustedes, quienes quizá,
sin saberlo han sido protagonistas de este Domingo de Ramos en Mencue.
En primer
lugar agradecer al Padre por hacernos sentir, a través del Espíritu, el sentido
misionero de nuestra parroquia, y a cada uno de ustedes que trabajan desde su
lugar para que esto sea posible.
Hasta el
viernes todas las noticias nos desanimaban de ir a Mencue, por las grandes
precipitaciones, corte de caminos etc. El mismo jueves por la tarde, Javier no
pudo avanzar mas de 7 km por el agua. Las fotos en internet hacían evidente la
imprudencia de intentar llegar a Mencué.
Durante el
mediodía del viernes, el llamado de nuestro párroco abrió una ventana de
probabilidad: "Han pasado por el paraje La Esperanza"
En dos
horas ya partíamos con Antonio a intentar por esa variante. En la ruta hacia el
Cuy los cortes hablaban de la intensidad de las lluvias. Ya en la seccional
policial del poblado, esperábamos
precisiones: "No sé si podrán pasar...un camión paso pero..."
Nuevamente
al sur, una tormenta enloqueció sobre
nosotros y nuestra marcha. Otra vez el interrogante de seguir, intentar,
avanzar... Algo de nevizca hizo caer el termómetro pero avanzábamos. Luego de
unos km de incertidumbre, un arco iris de fondo nos devolvió el ánimo. Felices
tomamos el camino hacia el oeste, dejando la tranquilidad del asfalto,
abandonándonos a la seguridad de la Providencia.
Uno tras
otro, los charcos, gredales y arena dejada por los cruces de ríos nuevos, van
quedando atrás. El termómetro del vehículo marca peligro de hielo, y en algunos
momentos 0 grados centígrados. Son las 17:30 y llegamos al cruce de Chasicó.
Para nosotros a una ruta conocida de otros viajes, nueva, esta vez por los
desmoronamientos, y cortes, que barrieron
literalmente el camino. Un viaje de cuatro horas nos llevo casi seis, pero
llegamos sin habernos encajado ni una sola vez.
Con el
apuro de la salida, no queríamos viajar de noche, nos habíamos olvidado la
llave. Carlos de la comunidad de Mencué tenía el duplicado. Pasamos a saludar a
gente amiga, y un asadito mientras caía una linda helada, nos brindó todo el
placer de una mesa compartida. Nos pusieron al tanto de lo ocurrido, alguna
casa de adobe caída y de como se ayudaron unos a otros. También de sombras y debilidades, que en estas circunstancias afloran. Hora de descansar pues mañana será
largo.
Al
despertar la helada dejo su impronta en los vidrios y los alrededores, -5º a
las 8.00hs es estimulante...para café, mate, y alguna torta que nos obsequiaron
(en el campo la torta es frita), si no, se aclara. A las 9 ni los perros se
ven, por lo que paseamos por los alrededores, alguna foto y ya las 10
descargamos medicamentos, que nos habían sido donados (más de media camioneta
de antibióticos, antitusivos, antiespasmódicos etc). Quizá suficientes para
todo el año. La felicidad de la enfermera se tradujo en fotos, y mientras descargábamos, ya un nene de la población recibió la primer entrega. Es
complejo ser el referente de salud a 150 km del médico mas cercano... y en
estos días sin posibilidad de evacuación. Los fármacos, además de ayudar a
mitigar los dolores, sirvieron para tranquilizar a esa responsable enfermera.
Entrega de
ayuda (bolsas preparadas con esfuerzo y amor por Caritas , algunas para gente
que no participa de la celebración, pero muy necesitada. Entre una y otra cosa,
ya comienzan a llegar los que haríamos
la celebración. Con ellos llegan
niños, que gustosos hacen tanir la campana. Encender la salamandra del
templo y entre mate y mate (hacía 2 bajo cero afuera), se fue llenando la
capillita. Cánticos de entrada, lectura de la pasión, silencio, solo interrumpido por el juego de
un niño, ajeno al drama de la cruz.
Terminamos
la celebración con la bendición de los ramos.
Entregamos
una rueca, (máquina herramienta a pedal para hilar lana), con el sueño de que
sea el primer elemento de un taller de tejidos para las niñas de la comunidad.
Un almuerzo
improvisado y partimos hacia Roca. Nos acompañó una maestra y sus dos hijitas.
Un viaje sin problemas, lento por el estado del camino pero lleno de imágenes.
Campos ya
verdes, mucha fauna, ñandúes, ñancos, zorros, y hasta una familia de pilquines
miraba nuestro paso desde enormes bloques de granito colorado, mas hermosos a
esta hora de la puesta del sol.Otras 5 horitas y ya de noche el horizonte se ilumino con las
luces roquences.
Atrás
quedaba un sábado compartido con nuestros hermanos de la comunidad de Mencué,
otro viaje al sur....otro dar y recibir, creo, en la sintonía de Jesús.