Hermanas y hermanos de Cristo Resucitado:
Con mucha alegría les contamos que ya hemos puesto en marcha los preparativos para nuestra próxima Asamblea Pastoral Parroquial, destinada a evaluar el caminar de los últimos cinco años y proyectar las líneas pastorales que marcarán nuestro rumbo para el próximo quinquenio. La misma se desarrollará el fin de semana del 18 y 19 de mayo, coincidente con la fiesta de Pentecostés. Justamente es al Espíritu Salto al que pedimos que nos ilumine, y la celebración central, la gran Vigilia de Pentecostés esperamos que sea un momento de profundo encuentro y oración de toda la parroquia.
El Consejo Pastoral Parroquial ya ha aprobado el esquema base, el número de representantes de cada comunidad y de cada equipo que participarán, y ha nombrado una Comisión Preparatoria para que organice todo el evento. Ahora estamos en el período de la elección de los asambleístas y de preparación de los pasos a dar para aprovechar al máximo el tiempo ese fin de semana. Les pedimos que tengamos presente en nuestra oración este encuentro tan importante, donde ejercemos nuestro derecho y nuestro deber a participar en una Iglesia fraterna, circular y comunitaria, donde todos y cada uno estamos llamados a ser protagonistas. A continuación, les proponemos un artículo del Padre Fabián Castro (Paraná - 2012) que puede ayudar a clarificar qué es una asamblea pastoral parroquial.
20/4/13
Asamblea Pastoral Parroquial
Asamblea Pastoral Parroquial
1. Qué es una parroquia
La definición
jurídica la tenemos en el Código de Derecho Canónico:
“La parroquia es una
determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia
particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se
encomienda a un párroco, como su pastor propio.” (CDC 515)
De acuerdo a esto, lo
que la constituye como tal son dos características. Primero que es “una
comunidad de fieles”. Lo segundo es que no está aislada sino que pertenece “de
modo estable” a “la Iglesia particular” (Arquidiócesis de Paraná, en nuestro
caso): asegura esto la presencia del Párroco designado por el Obispo.
Los Obispos
Argentinos nos recordaron que es “el instrumento para que la Iglesia esté visible,
encarnada y operante entre los hombres” (LPNE 43). Para que estos tres
adjetivos sean posibles, es necesario lo que nos pedía Juan Pablo II:
“La parroquia debe
renovarse continuamente, partiendo del principio fundamental de que «la
parroquia tiene que seguir siendo primariamente comunidad eucarística». Este
principio implica que «las parroquias están llamadas a ser receptivas y
solidarias, lugar de la iniciación cristiana, de la educación y la celebración
de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios,
organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de los movimientos
de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus
habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las
realidades circunstantes». (EA 41)”
2.
Espacio del laico dentro de la comunidad parroquial
No está llamado a ser
un consumidor de sacramentos o servicios parroquiales. La pertenencia a la
comunidad lo hace ser un actor indispensable. Claro que hay que comenzar por lo
primero:
"Es preciso, por
lo mismo, despojar a la parroquia de personalismos exagerados. El ministerio
ordenado es un servicio incondicional y disponible para todos. La Palabra de Jesús "el que quiere ser
el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos", ha de evangelizar a los ministros, para que confíen más en los laicos, los ayuden a
capacitarse y estimulen en su misión. Por ello, para concretar tan profunda
conversión de las parroquias, es imprescindible hacer realidad que los fieles
bautizados asuman un destacado protagonismo evangelizador, adulto y
responsable." (LPNE 43)
Tomada en cuenta esta
advertencia, destacamos dos aspectos a revalorizar:
a. Pertenencia plena
Es la enseñanza del
Concilio:
“Acostúmbrense los
laicos a trabajar en la parroquia íntimamente unidos a sus sacerdotes; a
presentar a la comunidad de la Iglesia los problemas propios y los del mundo,
los asuntos que se refieren a la salvación de los hombres, para examinarlos y
solucionarlos por medio de una discusión racional; y a ayudar según sus fuerzas
a toda empresa apostólica y misionera de su familia eclesiástica.” (AA 10)
b.
Comunión y participación
Este binomio, eje del
Documento de Puebla, debe ser encarnado en nuestra vida comunitaria. En su
mensaje a los pueblos de América Latina los Obispos nos dieron el marco de fe
en el cual se debe situar:
"Creemos en el
poder del Evangelio. Creemos en la eficacia del valor evangélico de la comunión
y de la participación, para generar la creatividad, promover experiencias y
nuevos proyectos pastorales. Creemos en la gracia y en el poder del Señor Jesús
que penetra la vida y nos impulsa a la conversión y a la solidaridad. Creemos
en la esperanza que alimenta y fortalece al hombre en su camino hacia Dios,
nuestro Padre. Creemos en la civilización del amor." (9)
Presentado de esta
manera, no son dos conceptos que expresan una necesidad coyuntural sino que se
enmarca dentro de la Verdad de la Iglesia a la cual pertenecemos.
3.
Corresponsabilidad
“La parroquia es el
instrumento o medio privilegiado, a través del cual la Iglesia se hace presente
y cercana a todos los hombres. Por eso debe renovarse y adecuarse.
¿Cómo hacer para que
esto suceda? Asumiendo, entre los miembros de la comunidad parroquial, una
actitud que surge de la eclesiología del Concilio: la corresponsabilidad.
Al presentar la
Iglesia como Pueblo de Dios (LG 2), el Concilio hace a todos sus miembros
(obispos, sacerdotes, religiosos, laicos) responsables de promover la comunión
y asumir la misión. Esta responsabilidad se ejerce desde los distintos
carismas, ministerios y funciones propias de cada uno. En la Iglesia de Jesús
todos somos hermanos e iguales en dignidad y responsabilidad por el bautismo;
aunque esta responsabilidad tenga grados y formas diferentes.
Todos los miembros de
la Iglesia somos responsables, por eso decimos que somos
"corresponsables" de la acción eclesial en el mundo. Y
fundamentalmente lo somos a la hora de asumir las tareas propias de una
comunidad cristiana: evangelizar, celebrar la fe y vivir y promover la
fraternidad.
La realización de la corresponsabilidad en la Iglesia o en
la parroquia, implica asumir, aceptar y coordinar armónica y eficazmente la
propia responsabilidad con la de los demás, junto con el Pastor, siendo él el
centro visible de la unidad, de modo que, ordenando y distribuyendo las tareas
entre los diversos corresponsables, se realice el objetivo o la finalidad
buscada.
Para vivir la
corresponsabilidad se necesita un clima de unidad y de confianza. Una parroquia
dividida no puede vivir la corresponsabilidad. Esta se opone sobre todo a la
indiferencia, a la pasividad, al acaparamiento, a pensar primero en
"mi" grupo, institución o tarea y no en lo mejor para la comunidad, a
la marginación, a la imposición, al "yo ordeno y mando". La
corresponsabilidad exige interés por colaborar, comunitaria y solidariamente.
Igualmente capacidad para el diálogo: decir lo justo en el momento oportuno y
saber escuchar con interés las razones de los otros. Además, compartir (saber
dar y recibir), unión armónica, compromiso grupal con las tareas comunes. De
alguna manera que todos se sientan responsables de todo aunque se distribuyan
las actividades. Corresponsabilidad significa responsabilidad compartida. Y
responsabilidad quiere decir dar respuesta, "arrimar el hombro".
Todos debemos sentirnos responsables en la Iglesia. En la parroquia, tenemos
que responder a los hermanos, rendirles cuentas del cumplimiento de la misión
que tenemos encomendada.
La imagen de una
Iglesia corresponsable la tenemos en San Pablo (1 Cor. 12, Rom 12 y Ef 4),
donde nos habla de la diversidad de miembros, de sus funciones específicas y de
la necesaria cooperación de todos ellos en la vida del único cuerpo.
El Concilio, desde esta actitud de corresponsabilidad, nos
invita a renovar, especialmente, la relación entre los pastores y los laicos.
El párroco (pastor en la parroquia) debe compartir más las responsabilidades
pastorales en los fieles laicos, y estos colaborar con el párroco a pensar la
parroquia desde la totalidad y no desde su propio grupo o institución,
asumiendo, de alguna manera la responsabilidad de toda la tarea pastoral
parroquial, aunque sea desde una actividad específica.
Para llegar a una
Iglesia más corresponsable, tenemos que pensar en una Iglesia más convertida.
Si no abandonamos el egoísmo y la autosuficiencia, sin un esfuerzo de
coherencia por parte de todos, entre fe y vida, sin renovarnos desde el
Evangelio, será difícil, será una simple teoría. Y lo que importa es que la
corresponsabilidad sea una práctica visible de la comunión y misión realizadas
en común.” (CPP, 19-29)
Esta
corresponsabilidad se debe hacer concreta a través de organismos estables de
comunión y participación. Tal como nos lo enseña el Concilio:
"En las
diócesis, en cuanto sea posible, deben existir consejos que ayuden la obra
apostólica de la Iglesia, ya en el campo de la evangelización y de la
santificación, ya en el campo caritativo social, etcétera, cooperando
convenientemente los clérigos y los religiosos con los laicos. Estos consejos
podrán servir para la mutua coordinación de las varias asociaciones y
emprendimientos laicales, salva la índole propia y la autonomía de cada una.
Estos consejos, si es posible, han de establecerse también en el ámbito
parroquial o interparroquial, interdiocesano y en el orden nacional o
internacional." (AA 26)
Está legislado por el
Código de Derecho Canónico la necesidad de la existencia en cada comunidad de
un Consejo de Asuntos Económicos. Junto a esto se sugiere la existencia de otro
que se constituya en torno a la organización de la pastoral.
Los Obispos
Argentinos (en el documento anteriormente citado: “El Consejo Pastoral
Parroquial”) hacen esta distinción que es relevante:
a.
Consejo Pastoral
“El párroco con un
grupo de laicos, no muy numeroso, piensa la parroquia desde su totalidad. Aquí
lo que el párroco pide es que los laicos le aconsejen y sean responsables con
él de la pastoral parroquial. Se busca pensar juntos objetivos y acciones
necesarias.” (38)
b.
Junta Pastoral
“El párroco junto con
representantes de todas las instituciones parroquiales dialogan comunicándose
las distintas tareas de los grupos, para que todos las conozcan en orden a la
unidad, y se distribuyen y deciden tareas para ejecutar las acciones pastorales
en orden a los objetivos deseados. Aquí se busca comunicar y ejecutar las
acciones pastorales”. (39)
En la mayoría de nuestras comunidades parroquiales tenemos
la segunda realidad: las Juntas Pastorales. Es de desear que se avance a la
creación de los Consejos propiamente dichos o las Juntas asuman de manera
activa la planificación pastoral que a este le corresponde.
4.
Asamblea Pastoral
En este contexto trataremos ahora de explicitar este tercer
espacio de comunión y participación del Pueblo de Dios en la tarea de la Nueva
Evangelización que le ha sido confiada:
a.
Qué NO es
No es una
“convivencia” o “día de campo” en el cual nos encontramos para compartir e
integrar a los alejados. Aunque también es esto.
No es un espacio para
el primer anuncio o la evangelización. Aunque también adquiere la dimensión de
crecer en la fe.
No es una reunión de
oración para crecer en la vida espiritual. Aunque también sea un momento
oportuno para rezar juntos.
No es un espacio de
formación intelectual. Aunque también tenga momentos de formación.
¿Entonces…?
b. Qué SI es
La Asamblea Pastoral es un ámbito de discernimiento en el
cual el Pueblo de Dios, que peregrina en determinada parroquia, se reúne para
encontrar los cauces cotidianos de la acción pastoral y proyectarla en el
tiempo. Es así un espacio de celebración de la fe, discernimiento de los signos
de Dios presentes en los signos de los tiempos y de abrir las expectativas para
que sean concretadas en líneas de acción.
c. Quienes participan
La invitación es para
que todo el Pueblo de Dios participe: sacerdotes, consagrados y laicos. Si bien
las puertas están abiertas para todos los católicos, se espera que lo hagan de
manera especial los agentes de pastoral de la comunidad. El párroco y el
vicario; los catequistas; los integrantes de la cáritas; los ministros
extraordinarios de la comunión; los miembros del consejo económico; el equipo
de animación litúrgica; los integrantes de los ministerios de música; el equipo
directivo, docentes y no docentes de las escuela parroquial; todos los
dirigentes y miembros de cada uno de los grupos, instituciones y movimientos
que actúan en la parroquia… Los puntos suspensivos son para que se sientan
parte los que no fueron incluidos por error en esta enumeración.
d. Celebración
La asamblea parte de
una reunión, de un encuentro de hermanos en la fe. Por eso en su raíz esta la
fiesta, la celebración.
En una Asamblea
Pastoral celebramos el amor misericordioso del Padre que nos ha adoptado.
Celebramos la cruz del Hijo que nos ha rescatado de la maldad y del malo
invitándonos a la casa del Padre. Celebramos la presencia del Espíritu del
Resucitado que nos vivifica y nos impulsa al servicio. Celebramos con gozo
pertenecer a la Familia de Dios que camina hacia la Morada definitiva.
Una Asamblea Pastoral
es, entonces una celebración de nuestra fe en el Dios Uno y Trino. Una
celebración de la esperanza que nos anima al caminar. Una celebración del Amor
Derramado que nos invita a amar en lo concreto de lo cotidiano al prójimo.
Esta celebración
comienza en la alegría del encuentro de hermanos y tiene su culmen en la
celebración de la Eucaristía.
e. Discernimiento
El discernimiento es
una mirada a lo que fuimos y a lo que somos para descubrir, desde allí lo que
Dios quiere que seamos en nuestras acciones pastorales. Esa mirada primera es a
la realidad del mundo en el cual vivimos. De entre los numerosos hechos que
ocurren, descubrimos aquellos signos de los tiempos que nos caracterizan: lo
típico, lo característico de la época, los indicios de tiempos mejores que se
avecinan, aquello importante, profundo e irreversible que nos afecta como
sociedad. Luego damos un paso de fe: en estos signos de los tiempos aprendemos
a descubrir los signos de Dios, a la interpelación que su Providencia nos hace.
El método de
discernimiento pastoral es el denominado “ver / juzgar / actuar”. Así lo
explican los Obispos en Aparecida:
“Este método implica
contemplar a Dios con los ojos de la fe a través de su Palabra revelada y el
contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana,
veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos
según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo
Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación del
reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el
Cielo. (…) Este método nos permite articular, de modo sistemático, la
perspectiva creyente de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen
de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico;
y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de
Jesucristo. La adhesión creyente, gozosa y confiada en Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo y la inserción eclesial, son presupuestos indispensables que
garantizan la eficacia de este método” (DA 19)
La Asamblea Pastoral
supone un camino de preparación con un método concreto para descubrir lo que
Dios nos está pidiendo. La riqueza de la tarde (o los días) compartida viene,
además de la inspiración del Espíritu, de la seriedad con la cual se llevó
adelante el proceso previo: nos cuesta hablar si primero no aprendimos a
contemplar, escuchar y ver.
f. Líneas de acción
La Asamblea pastoral
es un momento de discernimiento de los signos de Dios. Pero, sobre todo, es
confiar en la acción discreta del Santo Espíritu que nos mociona a dar
respuesta de fe a la realidad que hemos descubierto.
La riqueza de la Asamblea está en que es el momento en el
cual nuestra corresponsabilidad hacia la vida de la Iglesia se refleja en las
opiniones compartidas. Este intercambio, cuando es fruto de un dialogo que
busca crecer, ayuda a ampliar los horizontes de las apreciaciones pastorales
personales. Ayuda, también, a generar un consenso en las acciones propuestas
para enfrentarlos.
Ahora bien, la
Asamblea Pastoral debe esbozar un horizonte de acciones. Estas deben ser luego
recogidas por el Consejo Pastoral para integrarlas de manera coherente al Plan
Pastoral Parroquial.
Padre Fabián Castro - Arquidiócesis
de Paraná 2012