7/3/13

Relato sobre una visita a las comunidades de Mencué, Blancura Centro, y Kakel Huincul






José y Antonio nos comparten una experiencia pastoral vivida en el campo, concretamente en Mencué, Blancura Centro y Kakel Huincul durante el último fin de semana. Es un relato plástico y casi sensorial que nos transporta a esos parajes lejanos y tan cercanos a la vez, especialmente, al corazón de la parroquia. Miremos las fotos y transitemos por esos caminos que José nos propone .............


Querida comunidad:
Escribo este relato, para compartir las vivencias de este fin de semana en el campo, con toda la parroquia de Cristo Resucitado.
El viernes por la tardecita, finalizando las labores habituales, llega la hora de preparar el viaje a los límites de la parroquia, hacia Mencué.
Como es habitual, hay que llevar distintas cosas, esta vez, leña y fruta, que nos son donadas. (Solo resta cosechar ciruelas y peras)
Hacia el sur, nubarrones amenazantes anuncian un viaje distinto, fuera de lo común.
La Isuzu estaba impecable, tanque lleno y bidón de 50 l, sería nuestra reserva. (todo preparado con delicado esmero por quien dejó el vehiculo la última vez).
Cerca de las 20 hs. partimos con nuestra pesada carga en la caja y en la cabina amigos de la vida y Jesús eucaristía.
Jesús que va al encuentro de nuestros hermanos...también hasta lo más lejos de nuestras comunidades.
Pasando las tres cruces comienza la lluvia, por momentos intensa, toda la meseta se ilumina por los relámpagos, haciéndola inmensa, mas imponente. Nuestro fiel vehículo avanza ahora con granizo pero sin dificultad, llegando al Cuy.
Preguntamos si el camino a Mencué esta transitable, nos informan que hace horas que llueve pero no se corto, (o nadie aviso de corte….)
Ya en el ripio a baja velocidad avanzamos lento, con la tracción 4x4 conectada, sin apuro, casi disfrutando de la tormenta. Siempre esperada por la tierra sedienta, mucho mas verde que estos últimos seis años. Los charcos y el barro enlentecen aun mas el la marcha.
Un viaje de entre tres o cuatro horas nos llevo seis...uno de los viajes diferentes, también hermoso, como si lo importante es el camino y no tanto el destino.
Ya en Mencué la limpieza y el orden del lugar, nos hacen sentir muy amados por todos los que frecuentan la casa.

En la mañana los encuentros con distintas personas, entre mate, escucha y dialogo, se va tejiendo una amistad, una iglesia, un compartir la dicha de ser hijos de Dios.
Ya pasado el mediodía, celebramos la Palabra, con un coro muy voluntarioso y en vías de mejorar.
Quedaron los cajones de fruta y azúcar para que el grupo de catequesis haga dulce, mientras charlan del inicio de actividades.
Siempre la providencia nos regala sorpresas, hoy escabeche casero, Dina, fue el medio.
Pronto partimos a Blancura Centro, M. H. Nos espera para celebrar. Ella es una de las pocas que participa, ahora también su nieto, que acaba de finalizar catequesis dada por su abuela.
Ella nos recuerda que hay pendientes cuatro bautismos.
Entrada la tarde partimos hacia Kakel Huincul, hacia la casa de Ramona Montiel, viuda de Torres, a la que debíamos una visita.
70 km de angostos caminos, con suelo húmedo, charcos y arena arrastrada nos mantienen muy atentos, un descuido y quizá horas para salir del barro.
Las visitas por años al paraje, por misioneros de varias generaciones, hacen que la Palabra sea ya conocida, y a su forma nos reciben con inmensa dicha.
Compartimos asado y unas empanadas que (la providencia nos regalo en Mencué, sería M. la que nos brindo parte de la cena.
Sin TV, y con poca luz la sobremesa se desarrollo con diálogo sobre la vida, y por momentos hasta del amor de Dios.
Afuera el silencio era total.
Algún aullido canino o de zorro interrumpe el silencio absoluto.
El firmamento muestra sin luna, su magnificencia. Son tantas las estrellas que no se logra distinguir ninguna constelación, hasta se produjo una discusión al tratar de identificar la Cruz del Sur. Impresionante. Son tantos los satélites, que en un momento se ven hasta tres.
Una estrella fugaz ilumina por un instante la vía láctea.
Un deseo…como es la costumbre.
Pasado unos minutos decidimos dormir.
Bolsa de dormir y para mi por primera vez, unas pieles de oveja serían el colchón. Confortable.
Sin darme cuenta el amanecer se cuela por la diminuta ventana.
Unos mates, carne asada a media mañana (churrasquear) y volver a Roca.
Un hasta pronto puso inicio a un tiempo de espera, hasta que un Dios mediante nos volvamos a ver.
El pedido para un bautismo por parte de Ramona, implica un reencuentro próximo.
Ya rumbo al noreste, el camino nos acerca a una tarde de domingo en familia en Roca.
Queda en el recuerdo, un sin numero de imágenes y una grata sensación.
Habernos sentido hijos amados de Dios.

                                José Sustersic